viernes, 29 de octubre de 2010



Marcha.
 

Me confieso utópico e idealista y hasta muchas veces puedo pecar de iluso. Ante todo, siempre trato de creer y de no caer en el mecanismo este de bajar los brazos, de pensar que todo responde a una lógica catastrófica que nos llevará siempre al fracaso institucional y político, ya sea por ambición o corrupción. Sueño con esa luz de esperanza y trato de mantener vivo un espíritu luchador y propulsor, aunque quizás no me sienta tan partícipe e informado como debería estarlo. Me angustio desde hace tiempo ya, del sólo hecho de pensar, que nuestra Córdoba fue en algún momento la “DOCTA”, la “REFORMA UNIVERSITARIA”, el “CORDOBAZO”, una de las ciudades más importantes del territorio argentino, donde la educación era uno de sus pilares fundamentales. Con todo esto no quiero decir que hoy nada quede ya de ello, en lo absoluto, pero sí que el detrimento de la educación a nivel nacional a lo largo de estos años, sumado a los ecos de terror de la última dictadura militar, dejó instaurada en la sociedad una sensación generalizada de miedo y de no compromiso que de alguna manera llevaron a vacíos generacionales, quedando sólo aquella carcasa histórica como un mero recuerdo de algunos afortunados informados. El “no te metas”, “tené cuidado”, “mejor no digas nada”, frases muchas veces escuchadas por nuestros más cercanos, como padres, tíos y abuelos, son comprensibles. Vivieron el terror en carne propia y temen por la integridad de sus descendientes. Sin embargo, la voz, esa luz, no tiene que callarse.

Tuve la “suerte”, por así decirlo, de ir al Manuel Belgrano, un colegio que se caracterizó siempre por el compromiso social y que fue y es protagonista de la historia de Córdoba por ser uno de los focos de lucha activa más importante en lo que respecta a derechos estudiantiles así como también a la defensa de los derechos humanos dentro del escenario de colegios secundarios. Digo “tuve la suerte de ir al Belgrano” porque gracias a ello pude asistir a marchas y movidas interesantísimas sintiéndome, aunque sea por un rato y mínimamente, un constructor más de la sociedad. Me entristecía pensar que éramos pocos los colegios que concurríamos a estas movilizaciones siempre entremezclados con universitarios y partidos políticos.

El 28 de Octubre de 2010, la marcha organizada por estudiantes secundarios  y universitarios… me mostró otra cosa, me pegó, como quien dice… un cachetazo. ¿Es acaso esa luz de esperanza?, me pregunto. Quedé totalmente emocionado, conmovido, asombrado, de ver  a los estudiantes de colegios tanto privados como públicos, de altos y bajos estratos sociales, marchando alegremente, pacíficamente, pero por sobre todas las cosas interesados, comprometidos, sintiendo a flor de piel ese compromiso, el sentimiento de que el cambio es posible, del rol de ciudadanos que ejercen. Y estos chicos, los protagonistas, los de los colegios secundarios, no son ningunos “pendejos” caprichosos con aires revolucionarios intentando emular al Che, y mucho menos fascistas y autoritarios como mencionaba el patético gobernador de nuestra querida provincia, Juan Schiaretti. Son pibes que se animaron, que dieron un paso adelante en la lucha estudiantil, que tuvieron el valor y el coraje de mantenerse erguidos frente a una posición tomada y estando muy bien informados e instruidos, sabiendo muy bien lo que hacían y lo que hacen, no como mencionan algunos periodistas nefastos como los que tuve oportunidad de leer en “LA MAÑANA DE CÓRDOBA” que en sus notas de contratapa trataban de persuadir su accionar subestimando la capacidad intelectual de los chicos y su desarrollo, que por una cuestión de edad, pareciera ser que la única revolución que manifiestan, es la hormonal.

En fin, el reclamo es claro y preciso: intervenir en este bosquejo de ley para que directamente no sea tratado, para evitar así el accionar de un entramado político que pretende como futuro, una educación mercantilista, la creación de personas aptas para ser esclavos corporativos, quitar el arte para dejar un vacío crítico y llenar ese vacío con religión.

Me volví  de la marcha totalmente sorprendido, creía rotundamente que algo como lo que se está viendo en estos días era propio de otra época, propio de aquellos militantes setentistas (como mencionó un amigo horas antes) y no pensaba verlo en años próximos. Hoy me doy cuenta, o quiero pensar por lo menos, que algo muy importante está cambiando en la mentalidad de los más jóvenes. Escuchar hablar de “compañeros”, de “lucha”, de “militancia”, de COMPROMISO (y me pongo reiterativo con esta palabra porque creo no es poca cosa), es realmente conmovedor. Leí una vez esta frase: “Cuando la consciencia abre los párpados, es como si se encendiera un estanque de gasolina, arde hasta su consumación total”. Algo de esto quiero creer que está pasando, y aquí no hablamos ya de modas o tendencias, esto… esto es otra cosa, aquello que cala bien hondo en la esencia de las personas, aquello que te aferra a la vida y te da energía para seguir caminando, para intentar nuevamente, generación tras generación, hacer hasta lo imposible para preservar el bienestar de todos en contra de la de unos pocos.

He aquí mi humildísimo escrito expresando mi emoción ante una marcha que seguramente no olvidaré. Justamente esto, expresar, es lo necesario, sin ser escritor ni mucho menos, me animo, me atrevo y lo hago.

Gracias por leer.